Lift Up Thine Eyes Rockwell

Levanta tus ojos ... de tu teléfono inteligente

"Alza tus ojos" Norman Rockwell, 1957


Es difícil aceptar cuando estás equivocado.

Durante la última década, Jason y yo hemos estado dándole vueltas a la idea de que nuestros hijos pasen tiempo frente a una pantalla a solas. Yo sostengo que hay un momento y un lugar para ello; él quiere desterrar sus iPads a la basura. ¿Qué pasa cuando estamos atrapados en un aeropuerto o en un coche con ellos en viajes largos? ¿O cuando han estado jugando fuera todo el día y empieza a llover y todos queremos un descanso? ​​Él se encoge de hombros y dice una versión de "es una pendiente resbaladiza y no me gusta".

La verdad es que a mí tampoco me gusta. No me gusta que mi hija se queje de que sus amigos estén con el móvil cuando ella intenta hablar con ellos (tiene un móvil pero se lo olvida constantemente, por ahora); que mi hijo del medio se levante temprano para ver vídeos de YouTube sobre su obsesión de la semana (béisbol y baloncesto, por ahora); ni me gusta que mi hijo menor hable con más violencia y construya un nido de francotirador con mantas para ver dibujos animados tontos (por ahora) con el iPad pegado a la nariz. Pero, sobre todo, no me gusta que, en el fondo, sé que mi marido tiene razón. (Sí, yo también). soy Me siento un poco febril, gracias.)

Aquí tienen un teléfono, niños. El primero que sepa llamar al 911 gana.

No importa que nuestros hijos estén jugando mucho al aire libre o que para el tiempo libre les recetemos tiempo frente a una pantalla que consideramos interactivo, como una película o un videojuego en una consola compartida (¡cuánto nos hemos desviado!). Al mismo tiempo, trabajamos duro para combatir el segurismo, también conocido como la sobreprotección irracional basada en el miedo de los niños por parte de la sociedad, permitiéndoles vagar por el vecindario por su cuenta y subir tan alto como quieran. Y aún así, después de Leyendo más sobre los hallazgos del psicólogo social Jonathan Haidt En cuanto a los efectos perjudiciales de una infancia basada en el uso del teléfono, me doy cuenta de que vamos a perder esa batalla tal como están las cosas actualmente. Es una pendiente resbaladiza o, mejor dicho, una madriguera de conejo resbaladiza que, con el tiempo, los absorberá.

Una de las frases más inquietantes (y hay muchas) de la conversación de Jonathan con Ginny Yurich, de 1000 Hours Outside, es que las escuelas que permiten el uso de teléfonos son “escuelas sin risas”. Sin risas no hay alivio de todo el estrés de la adolescencia, por no hablar de las presiones académicas y sociales que conlleva. Pero aquí está la buena noticia: Haidt subraya que se trata de un problema colectivo que podemos solucionar. Podemos limitar la edad a la que permitimos a nuestros hijos el acceso a los teléfonos inteligentes y a las redes sociales. Podemos abogar por escuelas sin teléfonos. Podemos seguir fomentando la independencia permitiendo que nuestros hijos participen en juegos de riesgo adecuados a su edad. Me parece alentador y espero que otros hagan lo mismo.

Hablando de risas, tuvimos la oportunidad de ver a Ronny Chieng en la gira The Love To Hate It. Resulta que Ronny es un autoproclamado nerd de los equipos y fanático de GORUCK desde hace mucho tiempo. También es un gran ser humano que resulta ser mordazmente gracioso y experto en señalar los absurdos de la existencia humana. Tiene una parte, que tendrás que ver por ti mismo cuando salga su especial de Netflix, sobre cómo nosotros, como adultos que crecimos sin teléfonos, podemos más o menos manejar toda la locura que arroja Internet. Podemos ignorar los insultos y seguir con nuestras vidas (como se demuestra hilarantemente en este carrete por un actor chileno.) Mientras tanto, Chieng sostiene, gritando dramáticamente en el micrófono, que los niños y los ancianos no entienden lo que sucede cuando los trolls de Internet los persiguen mientras buscan dibujos animados o fotos de sus nietos.

Pero lo entendemos y es hora de aceptar el desafío que se nos ha presentado: unir fuerzas y trabajar para terminar con la infancia dependiente del teléfono.

PD: No le digas a Jason que dije que tenía razón (esta vez).